El indolente Gutierrez

Al indolente Gutierrez le dio el sábado un arrebato -otro más- de altanería y no quiso salir a jugar, o a calentar, que aún no está claro lo ocurrido pero tanto da; cuando quedaban cinco minutos para el final del partido del Real Madrid en Málaga. ¿Qué ha hecho el equipo blanco ante tamaña indisciplina? De momento, que se sepa, nada. Y más allá del desprecio de Juande, que prefiere a Drenthe antes que a Guti, no se atisba movimiento alguno de castigo contra el jugador.

Consciente de que no entra en los planes del ahora entrenador blanco y de que el técnico manchego tampoco parece entrar en los de futuro del club, ha optado por lo fácil: sentarse a esperar la marcha del entrenador a la espera de que vengan mejores tiempos.

Cualquier empresa que se precie habría respondido al desafío de autoridad del centrocampista madridista con un "paquete" antológico. Pero hete aquí que los clubes de fútbol no son negocios al uso y que los que tienen la sartén por el mango son los jugadores, verdaderas estrellas del espectáculo, lo que les confiere capacidad para hacer un desplante a sus superiores sin sufrir consecuencia alguna. No vaya a ser, pensará el directivo de turno, que la estrella se enfade, se vaya a otro equipo, el mío empiece a perder, me muevan la silla y el club se vaya al carajo. En una palabra, la lógica que impera en el fútbol.

Guti, de todos modos, no debería equivocarse. Con la treintena ya rebasada y una carrera plagada de altibajos por su indolencia y falta de carácter ante la adversidad, al próximo inquilino del banquillo madridista podría pensar que si el Real Madrid, como demuestra la estadística, ha sido capaz de lograr mejores resultados sin Guti en el campo, es mejor quitárselo de en medio y ahorrarse sus veleidades, que no son pocas para un jugador con tantísima calidad como falta de espíritu de sacrificio.