viernes, 25 de julio de 2008

El esperpento valencianista

En estos tiempos de salvaje crisis económica no sólo los españolitos de a pie hacen malabares financieros para llegar a final de mes. Deslumbrados por los bajos tipos de interés y los préstamos fáciles, muchos empezaron a comprar viviendas por encima de sus posibilidades y ahora lo están pagando con creces. Algo parecido le ha sucedido al Valencia. El equipo "ché" ha querido ser un grande a la altura del Madrid, el Barça o el Milán. Con una diferencia, y no menor: que no tiene ni la masa social ni el dinero de las televisiones necesarios para ello.
Sin una afición mundial y millonaria como la de blancos y culés y unos ingresos a años luz de los de ambos equipos, ha competido sin embargo de tú a tú con ellos por el fichaje de algunos grandes jugadores, como Villa o Joaquín -lo de grande, en este caso, lo digo por lo que costó, no por lo que ha demostrado-, y ahora se está viendo sobrepasado por la situación y con el agua al cuello. La estrategia del avestruz de Soler no va a hacer desaparecer la multimillonaria deuda que arrastra el club y que ha denunciado Villalonga. Por mucho que la niegue no va a desaparecer.
Ahora llega el tiempo de las rebajas en Mestalla, de vender los activos más preciados: los jugadores. Y el tiempo corre en contra del equipo. Si como aseguran desde la entidad es urgente para el equipo ingresar 40 o 50 millones de euros para hacer frente al pago de las fichas en enero, que no esperen sacar esa cantidad con la mera venta de Villa. Los compradores saben que al Valencia apenas le queda un mes para recaudar tal dinero y jugarán con ello, apurando al máximo los plazos para rebajar el precio del "Guaje", que probablemente acabe por abandonar el equipo valencianista por no más de 30 millones. A estas alturas, al asturiano no le hará ya mucha gracia seguir en un club que ha desbancado al Atlético en el ránking esperpéntico-futbolístico nacional y con unas aspiraciones en entredicho.
Todo el mundo ha de ser consciente de sus limitaciones, pero el Valencia, desgobernado por un dueño como Juan Soler, que en los últimos meses ha ofrecido un bochornoso espectáculo; no lo ha sido. Así le va.

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