La temporada pasada, el Real Madrid ganó la Liga sin jugar a nada, con un fútbol directo en el que la elaboración en el centro del campo brillaba por su ausencia. Algo parecido hizo Italia en el Mundial de 2006. De cómo ganar títulos sin jugar a nada saben mucho los transalpinos, que llevan haciéndolo casi toda la vida. Pero si algo tenían en común tanto el Madrid de Capello como la Italia que se alzó con la Copa del Mundo era que, a falta de juego, tenían quien metiese los goles y quien los salvara cuando el rival ya los estaba cantando.
Sin dinamita en la delantera y un portero competente que no tenga frecuentes "cantadas" no se pueden ganar campeonatos, y el ejemplo más notable de ello es el Getafe. Los de Laudrup llevan jugando a gran nivel buena parte de la temporada, pero los fallos de sus guardametas les han condenado en los momentos clave de la copa de la UEFA y en la del Rey.
Un equipo puede sobrevivir sin centro del campo, batallando con cuatro trotones sin calidad e incapaces de dar un pase de más de dos metros, siempre que tenga un delantero solvente y un buen portero. Su fútbol será paleolítico y aburrido en extremo, pero casi con toda probabilidad conseguirá resultados, porque, a la postre, el fútbol es de los jugadores, y si uno tiene buenos delanteros, tendrá goles, como le ocurrió el año pasado al Madrid con Van Nistelrooy. Y un buen portero, como Casillas o Buffon, evitará desastres cantados.
Cierto es que el buen juego garantiza más ocasiones y más probabilidades de ganar que la opción propugnada por Capello, pero si el equipo no tiene pegada, no hay nada que hacer. Y si, además, el portero canta en jugadas decisivas como la de Abbondanzieri contra el Bayern, menos todavía.
jueves, 17 de abril de 2008
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1 comentario:
A esto hay que que añadir que la experiencia en partidos de alto nivel también cuenta. Un equipo acostumbrado a jugar finales suele ser sinónimo de éxito aunque no jueguen una patata.
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