domingo, 12 de abril de 2009

El fútbol y el absurdo

Hay momentos en los que uno piensa que, por el bien de la humanidad, la prensa deportiva debería descansar tres días en semana y trabajar los viernes, los lunes y los fines de semana. De esa manera, nos ahorraríamos ruedas de prensa insustanciales en las que los futbolistas, a fuerza de no tener nada que decir, nos ofrecen un amplio repertorio de prerogrulladas -el fútbol es así, no hay rival pequeño...- cuando no de sandeces de calibre mayúsculo.

A bote pronto, y sin tener que rebuscar mucho, esta semana pasada me encontré con tres. El premio "Bocachancla" de la semana se lo daremos a Touré Yayá. Después de que el Barça le metiera cuatro al Bayern arrollándole en 45 minutos, el bueno de Touré afirmó hace un par de días que los culés deberían meter dos o tres goles a los alemanes en el Allianz Arena "para sentenciar". Una cosa es respetar al rival y otra decir sandeces de semejante calibre. ¿Qué hace el bueno de Touré cuando su equipo juega una eliminatoria igualada, convocar una reunión de urgencia con todas las santeras de su aldea y preparar un hechizo contra el rival?

Ayer, el entrenador del Barça, Pep Guardiola, no sé si por solidaridad con su chaval, insistió con la misma cantinela, aunque añadiendo comentarios de su propia cosecha: ¡cuidado, que cuando los bárbaros germanos empiezan a arrear en plan martillo pilón, son capaces de hacer uno o 21! Francamente, y como en el caso de Touré, tanto exceso de precaución roza, en este caso, el esperpento. ¿Qué les hubiese costado a ambos decir que respetan al rival y que esperan ganar la eliminatoria y no hacer comentarios que parecen más pensados a curarse en salud no sea que una hecatombe nuclear tumbe al Barcelona y de el pase a semis al Bayern? Entre estas palabras y el celebérrimo "chorreo" de Boluda hay un término medio y razonable.

La última perogrullada se la escuchamos ayer al entrenador del Valladolid, el señor Mendilibar, aunque esta vez era en la preceptiva rueda de prensa posterior al partido con el Madrid. Se quejaba de que los recogepelotas del Bernabéu poco menos que fueron abducidos después del segundo gol blanco. "Nos damos la mano, nos deseamos "fair play", y luego nos puteamos todo lo que podemos en el campo", dijo Mendilibar. ¿Y qué espera? Hasta que un día no ocurra como en los campos ingleses, que al tramposo se le señala con el dedo y poco menos que se le acusa de un delito de deshonor al fútbol y a sus compañeros, las tretas y jugarretas seguirán siendo el pan nuestro de cada día. Además, no me direis que no tiene su puntito lo de las putaditas. Cuando se las hacen a tu equipo, bien que joden, pero cuando son los tuyos los que las hacen...

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